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Se complica el relevamiento

VIDEO | No se fían de Dina Boluarte: cientos de familias se niegan a ser censadas ante la desconfianza gubernamental

En Junín, 331 familias rechazan el censo 2025 por desconfianza en el gobierno de Boluarte. El INEI enfrenta hostilidad y perros sueltos mientras busca revertir el rechazo. (Foto: ChatGPT - IA)

En Junín, el censo 2025 se topa con un muro de escepticismo. Más de 330 familias han cerrado la puerta a los censistas del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en solo tres días, hartas de un gobierno que, bajo el mando de Dina Boluarte, no inspira ni un ápice de confianza.

La percepción es clara: los datos que se recojan no cambiarán sus vidas, y el proceso parece más una farsa que una herramienta para el desarrollo.

A esto se suma un problema más terrenal: perros sueltos que complican el acceso de los empadronadores, enfrentados a un ambiente hostil y a la indiferencia ciudadana. Jhon Zumaeta, director regional del INEI en Junín, admite que la resistencia ha sido mayor de lo esperado.

Para contrarrestarla, anuncia que los censistas regresarán con promotores para explicar, casi suplicando, la importancia del censo. Pero convencer a una población desencantada no es tarea fácil.

Los ciudadanos, según reportes de los propios empadronadores a RPP Noticias, ven el operativo como “una tontería” y no creen que sus datos sirvan para algo más que engrosar archivos olvidados. Algunos, incluso, han respondido con agresividad, reflejando el malestar general contra un Gobierno que promete mucho y entrega poco.

El caso de Junín no es único. En Lima, una censista fue blanco de agresiones verbales por un ciudadano que, como muchos, se niega a compartir información por pura desconfianza.

El INEI insiste en que los datos son confidenciales y vitales para planificar políticas públicas, desde salud hasta empleo, que definan el rumbo del país por la próxima década. Pero, ¿cómo convencer a una ciudadanía que ya no cree en nada? Para garantizar seguridad, el INEI recuerda que los censistas llevan uniformes morados y credenciales con códigos QR verificables.

También pide controlar a las mascotas y estar atentos a posibles fraudes. Sin embargo, el verdadero desafío no son los perros ni los estafadores, sino un gobierno que, con su desgaste, ha dinamitado la credibilidad del censo.

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