En su mensaje a la Nación de julio de 2024, prometió con bombos y platillos la construcción de cinco hospitales de alta complejidad en Piura, Trujillo, Puno, Apurímac y Arequipa, bajo la modalidad gobierno a gobierno.

Casi un año después, el panorama es desolador: ninguna de estas obras ha avanzado significativamente. Los convenios que Boluarte aseguró estaban listos para firmarse duermen el sueño de los justos, evidenciando un abandono crónico del sector salud.

Mientras los ciudadanos claman por infraestructura hospitalaria moderna, la mandataria parece más preocupada por su imagen y sus celebraciones opulentas que por cumplir sus compromisos. El exministro de Salud, Víctor Zamora, no se guardó críticas: “De los cinco centros de salud prometidos, hasta el momento ninguno se ha concretado”.

Solo el Hospital Sergio Bernales en Lima reportó avances en el primer trimestre de 2025, aunque no estaba en la lista original de promesas presidenciales.

Zamora también señaló la falta de una estrategia clara para fortalecer la atención primaria, un pilar clave que la pandemia expuso como el talón de Aquiles del sistema sanitario peruano.

“Me siento decepcionado en el tema de la infraestructura porque la pandemia nos enseñó que el primer nivel de atención es uno de los puntos más débiles”, afirmó a un medio escrito.

El discurso de Boluarte, según el exministro, no fue más que un refrito de promesas de 2023, sin soluciones reales ni planificación. La realidad es cruda: las regiones siguen esperando hospitales que solo existen en el papel, mientras la presidenta recorta gastos en lo esencial y destina recursos a sus lujos personales.