El proyecto Tía María ha sido una fuente de conflicto desde 2009, con una férrea oposición de agricultores y pobladores de la provincia de Islay, quienes advierten que la minería contaminará el agua y pondrá en riesgo la producción agrícola, la principal actividad económica del Valle del Tambo.

Sin embargo, Boluarte, fiel a su servilismo hacia los grandes capitales, ha decidido ignorar la voz del pueblo y seguir impulsando el extractivismo a toda costa.

Durante la protesta, los manifestantes enarbolaron banderas verdes con la consigna “Agro sí, mina no”, reafirmando su lucha por la defensa del medioambiente y la soberanía sobre sus tierras.

Además, anunciaron un paro macrorregional que incluirá a ciudades como Cusco, Puno, Moquegua y Tacna, en una medida de presión contra la depredación minera avalada por el Gobierno.

Entre sus reclamos también exigieron la cancelación del proyecto del gasoducto Sur Andino, el rechazo a la privatización del agua y más seguridad para la población.

El dirigente del Comando Unitario de Lucha, Jorge del Carpio Lazo, aseguró que la movilización se intensificará y rechazó las declaraciones del ministro de Energía y Minas, Jorge Montero Cornejo, quien insiste en defender lo indefendible.

Uno de los momentos más simbólicos de la jornada fue el paseo de un muñeco gigante de papel con la imagen de Dina Boluarte, cargado en andas por los manifestantes mientras entonaban cánticos en su contra. Al llegar a la Plaza de Armas de Arequipa, prendieron fuego a la figura, en un acto que reflejó el hartazgo generalizado ante su traición.

El muñeco vestía un traje azul, similar a los que la mandataria ha usado en sus apariciones públicas, y en sus muñecas destacaban dos relojes Rolex, un claro recordatorio del escándalo del “Rolexgate”, la trama de corrupción que la involucra en la posesión de lujosos accesorios no declarados. En el pecho, el muñeco llevaba un cartel con la frase “Tía María no va”, dejando en claro el rechazo al megaproyecto minero y a la impunidad con la que Boluarte protege los intereses empresariales.

El pueblo de Arequipa no olvida que en 2009, el 97 por ciento de la población de Islay rechazó la minería en una consulta vecinal. Tampoco olvidan las violentas represiones de 2011 y 2015, que dejaron muertos y heridos en enfrentamientos con las fuerzas del orden.

Hoy, con Boluarte en el poder, la historia parece repetirse: la presidenta, de espaldas a la voluntad popular, sigue defendiendo a las mineras, asegurando que el proyecto usará agua desalinizada y generará 3.600 empleos directos. Pero el pueblo ya no le cree.

Dina Boluarte ha elegido ponerse del lado de los poderosos, ignorando a los ciudadanos que la rechazan masivamente. Mientras continúe gobernando con desdén por la voluntad popular, las protestas no harán más que crecer.