La gestión de Boluarte ha sido duramente cuestionada por su falta de coordinación y su incapacidad para resolver problemas estructurales que afectan a millones de peruanos. La desvinculación entre los ministerios y las regiones ha generado un vacío que se traduce en atrasos en proyectos esenciales, precariedad en los servicios básicos y un debilitamiento del tejido institucional.

El caso de Qali Warma, uno de los programas insignia para combatir la desnutrición infantil, ha puesto en evidencia la ineficiencia del gobierno. Las denuncias sobre irregularidades en la entrega de alimentos y las acusaciones de corrupción en la administración de los recursos han agravado la crisis, dejando a miles de niños sin el sustento básico que necesitan.

A esto se suma la falta de respuesta efectiva por parte de los ministros responsables, quienes no solo han perdido contacto con las regiones, sino que también han demostrado una preocupante falta de liderazgo para enfrentar los problemas de sus carteras.

Los gobernadores han señalado que esta desconexión es un obstáculo insalvable para el desarrollo de las regiones, y consideran que la permanencia de estos funcionarios en el gabinete solo profundiza la crisis.