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Tras la emboscada en Ayacucho

Inconsistente: pese a tener las manos manchadas de sangre, Boluarte dice que luchará "por la pacificación" del país

La presidente, Dina Boluarte, acusada de “genocidio” por los asesinatos cometidos por las fuerzas policiales en las protestas en su contra.

La presidente Dina Boluarte, quien enfrenta un proceso judicial por la actuación violenta de las fuerzas de seguridad en el marco de las protestas en su contra y que generó docenas de muertos, expresó este lunes el “firme propósito” de su Gobierno “de luchar por la pacificación” de su país.

Las declaraciones se dieron en relación al asesinato de cuatro militares que murieron en un enfrentamiento con presuntos remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso.

“Rechazamos enérgicamente el accionar subversivo y ratificamos nuestro firme propósito de luchar por la pacificación del país”, remarcó Boluarte en un mensaje publicado en la red social X, antes conocida como Twitter.

La mandataria aseguró que “los cuatro valerosos miembros” del Ejército murieron en el departamento sureño de Huanta durante “un enfrentamiento con narcoterroristas”.

El primer ministro, Alberto Otárola, también envió en la misma red social sus “condolencias y solidaridad” a las familias de los cuatro “valerosos militares que perdieron la vida en Ayacucho, mientras servían al país”.

Los militares fueron atacados durante la madrugada de este lunes mientras realizaban un patrullaje de control territorial en la zona de Putis, en la provincia de Huanta, que pertenece al Vraem (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro), lugar donde el narcotráfico convive con los remanentes de Sendero Luminoso.

Los militares fallecidos fueron un teniente, un suboficial de primera, un suboficial de tercera y un sargento del Ejército peruano, mientras que otros tres efectivos resultaron heridos y permanecen hospitalizados, a su vez que dos subversivos también fueron abatidos, según indicó el Comando Conjunto.

El Vraem es una extensa región de selva montañosa repartida en cuatro departamentos de la vertiente oriental del sur de los Andes peruanos, de donde sale aproximadamente la mitad de la cocaína que produce Perú, considerado el segundo productor mundial de esta sustancia.

En este valle, que permanece en estado de emergencia desde hace más de una década, el tráfico de drogas se da junto con el último reducto de Sendero Luminoso, la organización subversiva que desató un conflicto armado interno (1980-2000) en el que murieron alrededor de 69.000 personas, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

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